viernes, 13 de noviembre de 2009

Receso mental

Contemplar la lluvia. Dejar que se consuma el cigarrillo en mi mano. Que el humo me acaricie hasta que lleve la colilla nuevamente hacia mi boca. Mientras escucho música, puedo percibir de fondo el estruendo de un cielo gris. De gris a oscuro. Oscuridad que me invita a vagar en tinieblas.
Entro a sus penumbras. Me atrae buscarte en el túnel. Me intriga saber si me esperás más allá. Piso el filtro. La primavera fantasmal que anhelé dutante días, llegó. La lluvia que admiramos nos mea de risa. Nos envuelve una cortina de gotas intensas. Intenso resplandor que siento cuando creo que estás a mi lado.
Llevame. Soltame. Volveme a llevar. Dejame liberar esta locura, colgarla en mis espaldas... Respiro...
Siento la ráfaga que aproxima la tormenta. Se desliza sobre mi rostro y con la mano no puedo detenerla. Ya estoy dentro de ella. No te veo. Supongo que te fuiste reposado en una hoja. Que el viento la desprendió del follaje inmenso, de la copa de un árbol que veo a lo lejos.
Ni se por qué estoy acá sentada. Delante de mi se continua una escalera en descenso hacia el empedrado. Mis ojos comienzan a observar, cuan panópticos activos. No entiendo. ¿Por qué llueve? ¿Qué me trajo hasta donde estoy? Creí verte en penumbras, pero ya no.
Comienzo a oir un murmullo constante. Perturbador. Unas sombras semejan gente. No estoy segura. ¡Ah! fue un sueño... quizá... No.
Me paro; dejo caer un libro de mi bolso. Lo abro en la página señalada: "Lo roto ya no puede ser pegado [...]". Tal vez no. Entonces individualizo mis males y decido volver a la cursada. Estuve divagando demasiado tiempo.

1 comentario:

  1. Me provocó unas lágrimas y una emoción que se sintió por todo el centro de mi pecho. Que más queres que diga? La lluvia pasó el texto a limpio.

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