lunes, 2 de agosto de 2010

Un día no muy feliz

Anoche tuve un sueño. En realidad, dicen que siempre que dormimos los tenemos, pero cuando despertamos no siempre los recordamos. Algunas veces sí, otras no. Lo cierto es que tuve un sueño y por la madrugada lo recordé. Se lo conté a alguien para no olvidarlo. Por suerte un beso en la mejilla hizo que continuara el descanso. Me levanté muy temprano y mi día transcurrió sin mayores problemas. Hasta que una casualidad se cruzó en mi camino y me llevó de nuevo al contexto del sueño.

Para entonces, ya no podía distinguir si había soñado o si había estado en la realidad…Lo cierto es que una sensación extraña me recorrió entera y los ojos se me pusieron vidriosos.

Estaba entrando a un lugar, en el cual ya había estado una vez. No lo conozco en su totalidad, pero he percibido su esencia, ingresado por su puerta y hasta caminado por sus calles. Otro mundo en medio de la locura porteña. Un lugar frío, lúgubre, que huele a humedad hasta en primavera.

Estuve ahí. Iba acompañada de alguien a quien no pude distinguir. Aún no puedo. Había muchas puertas y cada una de ellas abría un cuarto distinto. De un lugar a otro nos trasladábamos en silencio. El frío seguía persiguiéndonos.

Oímos algo. Al principio semejaba a un suspiro. Uno y otro, cada vez más intenso. Silencio. Abrimos una puerta más, que crujió develando no haber sido abierta por años. Mi corazón se agitó de un momento a otro.

Allí no había alguien, había algo… Tenía cabello oscuro, pero no eran de una persona. O quizá sí. Quién sabe si no habría sido cortado de alguna bella cabellera joven, viva, setentista. Estaba sentada sobre una mesa y era pequeña. Le faltaba algo. Algo fundamental. No tenía ojos. Su mirada era ciega o enceguecida. Tampoco lo se, pero lo estimo. Imagino que ha sido mejor aquello que un ciego no puede ni quiere ver. Su rostro plástico y sin ojos nos dejaba un mensaje amenazador. No veía pero hablaba. Balbuceaban palabras de muerte y horror. Sí, había una de ella en todos los cuartos.

Seguimos abriendo puertas y tratando de huir de aquellas diabólicas criaturas. De pronto me quedé sola... llorando. Buscando ayuda. Corrí en busca de una abuela. Encontré a una de ellas, a la cual reconocí como Hada. Quería contarle que habían regresado. “Nos quieren tener de nuevo”. No podía dejar de palpitarme el corazón. El miedo se apoderaba de mí ser y la bronca moría por dentro. Muy adentro, junto con los deseos de gritar. Quería entender quería explicarles a todos y todas lo que estaba sucediendo.

Nadie me escuchó. Luego de eso una secuencia de imágenes de gente conocida transcurrió por mi cabeza, recorrieron todo el sueño. Hasta que una de ellas se quedó un segundo conmigo y luego desapareció. La última vez que la vi se iba corriendo por una de las veredas de la ESMA alzando su mano para saludarme.


Anoche soñé que estuve en la ESMA y hoy casualmente el represor Jorge Rafael Videla tiene un sucio año más en esta generosa vida. Ahora que lo se mi mente va y viene, de la "realidad" a la realidad del sueño...

Algunas posturas sostienen que debería estar muerto. Otras que merece sufrir en vida el repudio, el que sea, para llevar el dolor hasta la tumba.

Mientras por ahí escucho que cuando prendés TN o lees Clarín, en el rostro de Videla se dibuja una sonrisa. Por suerte algunos celebran este día como el día del hijo de puta y no callan, y no guardan silencio y recuerdan y mutilan con la palabra, con el sensacionalismo.

Mantengo… Reivindicación a los 30 mil compañeros desaparecidos. Tener la memoria viva, presente…Repudiar a los genocidas. Gritar y denunciar, No a los rastros de impunidad. Por un sueño más benévolo… por un sueño que no retorne Nunca Más a una pesadilla.

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