martes, 16 de marzo de 2010

Al final está lo que importa

En la tragedia los pesonajes deben enfrentarse a destinos que no pueden evadir. No importa lo que hagan para intentar convertirlo, los sucesos futuros están predeterminados.
Algunas veces, podemos pensarnos dentro de ella. Sin embargo, siempre intentaremos hacer algo para cambiarlo.
Aunque viajar parece ser huir de los problemas, se que no me estoy escapando. Me los llevo conmigo para reinventarlos. Quizá para reflexionarlos. Pero nunca para olvidarlos.
Me guardo las lagrimas. No importa para qué. Las tengo de reserva. Sin duda me voy con una sonrisa. Con la ansiedad que me genera cada una de las cosas que me propone la vida.
Las personas que tengo a mi lado son mágicas. Transmiten una energía que hace vibrar cada uno de los rincones de mi cuerpo. Entonces, alli se produce un giro. Un quiebre dentro de lo trágico. Puedo evadir mis destino. Si quiero, si lo deseo: puedo.
Ellos son los que me ayudan a dario. Esas personas maravillosas que me enseñan a recorrer un camino. Con las que transitamos juntos de la mano y no tenemos miedo de tropezarnos. Nos animamos. Atravezamos tormentas y arcoiris, al mismo tiempo. Caida libre... un vuelo. Un viaje. Acá estamos. Conservando los hilos. Atando otros nuevos. Haciéndonos grandes. No evadiendo; sino enfrentando, no sólo al destino. A toda una vida entera.


Cuando nos dimos cuenta ya nos habíamos olvidado de la tragedia y estábamos armando una comedia.

1 comentario:

  1. Quiero ser parte.
    No importa si es una comedia o una tragedia, quiero estar presente en cada momento. Como aquellos hilos que penden de tu cabeza, y hace que la mantengas erguida cuando es necesario. Yo estaré siempre para estar, para ser, para crecer, para caer, para reir, para llorar, para renacer, para volver, para huir, para vivir, para decir lo que no quieras sentir.

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