Puedo viajar miles de horas, pero jamás sabré cuando se detiene el tiempo. Nunca aprenderé a parar ese croquis que perturba nuestro encuentro.
Amores imposibles que se cruzaron para quedarse; o quizá tu los hilaste para amarrarlos y hacerlos actuar en tu show. En ese titiritero que es tu casa. Allí, donde las marionetas se desplazan del living al dormitorio.
La cama, tan grande como tus mentiras. El silencio, tan abrumador y cómplice como mi mirada. Mirada que legitima tus cuentos.
No tengo ganas de verte. Sin embargo, es hacia tu espacio a donde me dirijo. No puedo evitarlo. Quizá vaya en busqueda del último beso. Aquel que me quemará los labios. Me hará arder de pasión y luego odiaré por haber saboreado la incredulidad de tus palabras.
No quiero verte más y lo estoy afirmando. Como le he dicho a otros: fue bueno mientras duró. Se terminó. Hasta acá llegó mi paciencia, mis ganas y mi entrega con amor.
Buena suerte y hasta luego.
La devolucion la hice personalmente. Amiga, tus palabras tienen magia.
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